7 ago 2012

Vulnerabilidad pretraumática en el abuso sexual



Vulnerabilidad pretraumática en el abuso sexual
Por Miguel Angel Pichardo Reyes

En el caso de los abusos sexuales infantiles al interior de la familia, hablamos de vulnerabilidad, no como un dato dado, o como una característica propia del niño o la niña. Más bien hablamos de un proceso de vulnerabilidad, esto es, el niño o niña es vulnerabilizado por la familia. Dicho proceso, por supuesto, es inconsciente, sin embargo toma aspectos perversos en el caso de agresores sexuales que buscan esta vulnerabilización, en el entendido de que esto supone un espacio propicio para el abuso sexual, pero también lo protege del castigo, configurándose así un espacio de impunidad.

Claro que no en todos los casos se lleva a cabo esta vulnerabilización perversa, pues en otras circunstancias se presenta esta vulnerabilización por factores a veces ajenos a la propia familia, como lo pueden ser las condiciones de pobreza material, o las condiciones de hacinamiento, o la ausencia de uno de los padres, etc. Estas situaciones, aunque supongan una situación contextual de facilitación del abuso, en ninguna manera son responsabilidad directa de los miembros de la familia, pues es tentador confundir maltrato con pobreza.

Las políticas sociales orientadas a reducir la brecha entre ricos y pobres, así como a asistir a familias en extrema pobreza, son acciones que redundarán en el mejoramiento de los vínculos familiares, reduciendo también la vulnerabilidad de los niños y las niñas. Pero aún así, podemos encontrarnos un gran sector de familias que no se encuentran en pobreza material, y aún así se presenta el abuso sexual. Aquí nos encontramos con una situación que llamamos pobreza vincular, la cual se caracteriza por el aumento de riesgos psicosociales en la familia, junto con estilos vinculares despreciativos, ambivalentes y preocupados, todo lo cual vulnera a la familia y facilita el abuso sexual.

Estas dinámicas de vulnerabilidad y de extrema vulnerabilidad son criterios que hay que observar, identificar y prevenir en el campo del abuso sexual y el maltrato infantil. Sabes que dichos procesos son potencialmente productores de víctimas y victimarios, lógica que muchas veces puede resultar difícil para la familia identificar, y aún más, salir de ella. Esta lógica no solo funciona en el sistema familiar, sino que ésta se ha introyectado en el campo psíquico del sujeto, funcionando en un rol pasivo-victimar, o en un rol activo-abusador.

En esta lógica es común observar a sobrevivientes adultos de abusos sexuales infantiles, que aún en su edad adulta, en su relación de pareja y en su dinámica familiar, despliegan inconscientemente la lógica de este fantasma, alternándola de forma contradictoria y paradójica.

La vulnerabilidad pretraumática es ya una forma de herida y de subtrauma, que como hemos dicho, predispone y facilita el abuso sexual, pero también otros tipos de traumas, ampliándose la espiral traumática a lo largo del tiempo. De aquí que la vulnerabilidad pretraumática no solo sea un tiempo “antes de”, sino un estado continuo a lo largo del tiempo. Conforme a la vulnerabilidad se le añadan traumas, más se ahonda la vulnerabilidad, fijando conflictos psíquicos que desembocan en descompensaciones mórbidas del carácter y en la afectación de cuadros clínicos. 

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